Virus de inmunodeficiencia felina
Ahora que por desgracia están tan de moda los virus, vamos a daros información sobre uno de los virus que pueden afectar a nuestros gatos. Primero conozcamos a nuestro enemigo 😉
El virus de la inmunodeficiencia felina (FIV, por sus siglas en inglés) es un retrovirus, exactamente un lentivirus, que afecta a nuestros gatos. Existen hasta 6 variantes distintas conocidas que pueden tener distinta virulencia y distribución en diferentes países.
En general infectan a células sin matarlas y producen infecciones persistentes crónicas. En función de la interacción entre el virus y la inmunidad (defensas) del gato, la infección será más o menos activa y causará enfermedad o no, pero incluso cuando no la cause el genoma del virus puede quedar integrado y latente en el genoma de algunas células. Este hecho puede no tener consecuencias clínicas, pero en ocasiones está en el origen de la reactivación de la infección o de la transformación neoplásica de células infectadas.
En cualquier gato sano o enfermo es necesario conocer el estatus de infección por retrovirus, por lo que se deben realizar pruebas diagnósticas (tests), los cuales os recomendaremos según las condiciones particulares de cada paciente gatuno.
El contagio por contacto directo o íntimo entre un gato positivo y uno negativo es poco efectivo, porque es un virus frágil, que no resiste mucho tiempo en el ambiente. La transmisión más habitual en la infección natural es por mordeduras entre un gato positivo y uno negativo, ya que es necesario el contacto con saliva y/o sangre para un contagio eficaz.
Aunque la transmisión de madres positivas a los gatitos se ha demostrado en condiciones experimentales, parece ser poco efectiva en la infección natural, a menos que la gata se infecte cerca o justo cuando está gestante, ya que la carga viral es mayor en las primeras fases de la infección. En los casos en que los gatitos salen positivos se debe repetir el test a partir de los 6 meses de edad para confirmar, porque normalmente los anticuerpos provienen de la madre, dándonos lo que se conoce como un falso positivo.
Las transfusiones de sangre son otra vía de contagio; por tanto, los gatos donantes siempre deben ser seronegativos.
Cuando un gato se infecta, el FIV se replica en tejido linfoide y produce una viremia, inicialmente con una carga viral considerable. En este momento se desarrolla una respuesta inmunitaria humoral y celular que reduce, pero no elimina, la viremia. En esta primera fase, de infección aguda, el gato puede manifestar signos clínicos inespecíficos de cualquier viremia: fiebre, malestar, neutropenia (bajada de un tipo de defensas llamadas neutrófilos), diarrea y linfadenopatía (aumento de tamaño de los ganglios).
Posteriormente, se entra en la fase subclínica o asintomática, que puede durar meses o años, sin signos clínicos, aunque el gato es seropositivo. Durante esta fase, el FIV va destruyendo de forma progresiva los linfocitos CD4+, principal acción directa del virus. Cuando los niveles son muy bajos se produce una disfunción grave de la inmunidad celular y aparece un síndrome de inmunodeficiencia adquirida, con infecciones crónicas, enfermedades oportunistas y ciertas neoplasias. De ahí la importancia de llevar el gato al veterinario aunque los síntomas sean leves o inespecíficos.
La prevalencia de FIV varía principalmente según el estilo de vida de los gatos:
- Entre los gatos de vida exterior no castrados, que manifiestan agresividad territorial y se pelean con otros gatos, se sitúan en >20% de la población, incluso en algunos países o zonas la prevalencia puede ser mayor.
- En gatos de vida interior y en algunas zonas geográficas, <5%. Un gato que no tenga contacto con otros gatos o bien el contacto no sea agresivo nunca se infectará con el FIV.
El pronóstico de los gatos seropositivos sanos es bueno. Como mínimo dos estudios y numerosas experiencias clínicas han demostrado que, si las condiciones de vida son satisfactorias y controladas (buenas condiciones ambientales y nutricionales y sin salir de casa, es decir, como están la mayoría de nuestros pacientes), la expectativa de vida puede ser larga e incluso no desarrollar enfermedad o morir de patologías geriátricas (de abuelitos) no relacionadas. Es más: en colectividades felinas como las colonias que hay en nuestra ciudad, se ha demostrado que los gatos seropositivos no tienen una menor expectativa de vida que los gatos seronegativos que conviven con ellos. Por tanto, en un gato sano o con signos leves de enfermedad un resultado positivo a FIV no implica que esté empeorando o entrando en un estadio de inmunodeficiencia. Es por ello que no recomendamos nunca la eutanasia de estos pacientes.
Sin embargo, el pronóstico de los gatos seropositivos que presentan enfermedades asociadas a un síndrome de inmunodeficiencia es malo, ya que en general las enfermedades inflamatorias u oportunistas, o incluso el desarrollo de neoplasias como linfomas, responden mal al tratamiento y pueden causar la muerte en poco tiempo.
Por todo ello volvemos a hacer un llamamiento, al igual que lo hicimos no hace tanto en la radio, para que personas preparadas y conscientes se animen a adoptar gatos seropositivos, como hace La Camada en Guadalajara con su programa “Invisibles”.
La prevención de la infección se basa principalmente en evitar las peleas entre gatos mediante la vida de interior o la castración. El riesgo de contagio por contacto directo o íntimo entre gatos que no se peleen es bajo, aunque no imposible, por lo que recomendamos que las personas que tengan un gato seropositivo no convivan con gatos seronegativos a largo plazo.
En Estados Unidos, Japón y Oceanía se comercializa desde 2002 una vacuna inactivada que ha creado cierta controversia, puesto que los gatos vacunados dan positivos en las pruebas diagnósticas y es imposible diferenciar entre un gato infectado de un gato vacunado. Por otra parte, esta vacuna protege principalmente contra las infecciones por la variante A del FIV, por lo que probablemente no sería muy efectiva en Europa, donde la mayoría de los virus identificados son de otras variantes, principalmente la B, por esto no somos partícipes de vacunar a vuestros gatos frente al FIV.